Sobre Mí

1.P1020512Yo, Nora, durante mucho tiempo me  sentí dividida y con cierta dificultad para hacer encajar todas las piezas del puzzle.

Estas piezas eran el cuerpo, la danza, el movimiento (madre profesora de gimnasia y abuelos maternos amantes del baile), los viajes a lugares lejanos y exóticos, y particularmente África, (padre marino y abuelo profesor de geografía) curar, la salud y la enfermedad (madre con problemas de columna y fibromialgia) y el lenguaje, los idiomas (géminis).

Desde pequeña yo quería bailar, ir a África, viajar a lugares exóticos. Ya estaban presentes el cuerpo y el movimiento a través de la danza y los viajes y apuntaba maneras el deseo de sanar, de reparar el cuerpo dolorido. El mensaje en mi casa era: “estudia algo serio y de provecho, no puedes vivir del baile” así que estudié Enfermería con una especialidad en Medicina Tropical y Salud Pública y trabajé un tiempo en cooperación.

Pero muy pronto empecé a tener la sensación de que nuestra visión de la salud y la enfermedad era pobre, triste y fragmentada, sólo tenía en cuenta el cuerpo físico sin tener en cuenta el cuerpo emocional y sensible, y encerraba las semillas de una cultura patriarcal que divide el cuerpo y la mente valorando lo intelectual (masculino) y menospreciando lo material, el cuerpo, la tierra (femenino).

“Una cultura que no respeta el cuerpo, únicamente como objeto de consumo, no puede respetar el planeta” Vandana Shiva.

En 1998 descubrí la Danza Africana. Los movimientos de la danza africana me ayudaron a soltar tensiones y aflojar corazas,  a estar presente, aquí y ahora, en el movimiento, a expresar y canalizar emociones conscientes e inconscientes, enraizar e ir desplazando mi centro de la cabeza a la pelvis, recuperando el valor de lo instintivo, reconectando con el impulso vital y la alegría del cuerpo en movimiento.

Al mismo tiempo mantenía mi vínculo con África y recuperaba de alguna manera un saber que sociedades menos tecnificadas y más cercanas a la naturaleza que la nuestra no han olvidado: la importancia del rito y el símbolo para conectar con lo invisible, la sensación de alegría y pertenencia que produce el movimiento conjunto, la necesidad de expresión del ser humano a través de la voz y el movimiento; danza, ritmo y canto son indisociables en la tradición africana. Completé mi trabajo corporal de Danza Africana con la práctica del Yoga y el Qi-Gong.

Una ruptura me llevó a iniciar un profundo trabajo de reflexión y de sanación, y descubrí la Gestalt, la Bioenergética, y el trabajo de Constelaciones Familiares de Bert Hellinger al tiempo que me interesaba por la Danza Contact Improvisación y sus innumerables posibilidades terapéuticas, mantenerme en mi eje, compartirlo con el otro sin perderme para crear una danza conjunta, encontrarnos, separarnos, escuchar, confiar, entregar peso sin perder pie…

Me dí cuenta  de que aunque las mujeres hemos conseguido muchos logros en los ámbitos políticos, sociales… arrastramos una herida intrapsíquica de dependencia afectiva y baja autoestima que nos lleva a desconectarnos de nuestras necesidades de autoexpresión y autorrealización causándonos sufrimiento emocional.

A medida que nos hemos ido desconectando de la tierra, la naturaleza y sus ciclos, nos hemos desconectado de nuestros cuerpos y la vida instintiva que los habita y que compartimos con el resto de seres vivos y el planeta. Hemos perdido la costumbre de escuchar el cuerpo, hemos olvidado el lenguaje sutil de nuestros órganos y de las emociones, nos hemos des-responsabilizado, prestando atención al cuerpo únicamente cuando nos duele, nos molesta y lo llevamos al médico como llevamos el coche al taller o cuando lo maltratamos para seguir los dictados y condicionamientos de la moda y la sociedad de consumo tratándolo como un objeto de consumo más.

Y así, a ratos caminando y a ratos danzando llegué a la Danzaterapia y me formé en Danza Integral, creativa, consciente y vital.

 Por fin el puzzle iba tomando forma, iba consiguiendo integrar todos esos aspectos que parecían separados: el viaje exterior se ha transformado en viaje interior pero aún quedan aires exóticos  en los movimientos de la danza africana.

Todos los años de trabajo corporal van integrándose en una comprensión más global y profunda de los lenguajes del cuerpo, voy aprendiendo a escuchar con humildad y a leer el lenguaje simbólico del cuerpo y su movimiento.

El impulso de cuidar y sanar el cuerpo se expresa  en otros espacios, he dejado el espacio médico hospitalario para ofrecer un espacio en el que los cuerpos se expresen y se muevan, para poder escuchar su sabiduría profunda y reconectar con nuestras capacidades de autocuración.

Siento que he encontrado mi propio lenguaje, que me permite reunir por fin las piezas del puzzle, los aspectos expresivos y de comunicación, terapéutico y sanador del cuerpo en movimiento.

Hay muchas maneras de enseñar y contar lo que se sabe, yo quiero hacerlo danzando.

Lo que está vivo se mueve, la vida es cambio, movimiento, transformación, quien respira puede danzar.

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