EL CUERPO
Nuestros cuerpos relatan historias, nuestra historia.
El cuerpo es la base de nuestra vida, no únicamente el envoltorio que la soporta; guarda las huellas de nuestro recorrido vital y expresa todo lo que pensamos y sentimos pero también aquello que no nos permitimos expresar. En él están inscritas las memorias, las creencias, las actitudes conscientes e inconscientes.
Los tejidos musculares tienen sentimientos, pensamientos y recuerdos que forman parte de la sabiduría del cuerpo.
La mente y el cuerpo están íntimamente ligados a través de los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso central. Todas las emociones (una emoción es un movimiento energético interno) tienen efectos físicos, incluso aquellas que se reprimen y no se expresan. Sentir sin expresar es como inspirar sin espirar, una apnea perniciosa.
El cuerpo necesita mover, conmover, sentir, gritar, reír, llorar, disfrutar, bailar, descansar….
La separación entre el cuerpo y la mente está ligada a un conjunto de deficiencias propias de nuestra cultura patriarcal basada en un sistema de creencias que separó la mente del cuerpo, lo natural de lo cultural, lo racional y lo emocional, hasta el punto de generar una sobrevaloración de la razón, el intelecto y la mente en detrimento del cuerpo, una visión fragmentada de la persona y una falta de comprensión holística del ser humano y sus procesos.
La mente y el alma impregnan todo nuestro cuerpo, son mucho mas vastas de lo que el intelecto puede comprender. Nuestra guía interior nos llega primero a través de nuestras emociones y la sabiduría de nuestro cuerpo, no a través de la comprensión intelectual.
El cuerpo es la persona, y por consiguiente su forma y sus movimientos revelan la personalidad y encierran su historia, sus anhelos, miedos, deseos y resistencias.
Si queremos cambiar, si queremos vivir plenamente más allá de los límites impuestos por nuestra historia personal, podemos comenzar por el cuerpo, si intentamos un cambio en el cuerpo, también estaremos cambiando ideas y emociones.
Este es el sentido profundo de un trabajo interior a partir del cuerpo.
LA DANZA
La danza como disciplina y espectáculo es algo relativamente reciente. Al comienzo de la civilización, la espiritualidad, la música, la danza y la medicina eran inseparables; como parte de un ritual acompañaban los cambios de la vida contribuyendo a la integración personal y comunitaria.
Desde siempre el ser humano bailó para expresar su sentir, atravesar su dolor y celebrar la vida en sus distintas formas. Es un fenómeno universal, presente en todas las culturas que permite la expresión, la comunicación y el contacto con la naturaleza.
Este saber ancestral que se ha ido perdiendo en nuestras sociedades excesivamente industrializadas y tecnificadas aún está presente en otras culturas y nos recuerda un conocimiento que en otros tiempos fue central: conocernos como seres de la Naturaleza, participantes conscientes o inconscientes de los ritmos naturales, del ritual social, comunitario, de la danza cósmica.
El baile, el trabajo corporal, emocional y mental armonizado te va haciendo elástica, te va soltando y creando nuevos circuitos cerebrales que se instauran a base de repetición.
La inteligencia desligada de los intereses es muy clarividente, se convierte en sabiduría.
A través de la danza y el movimiento consciente podemos aprender a escuchar el cuerpo y escucharnos, redescubrir nuestros puntos fuertes y débiles, nuestros anhelos y resistencias. Podemos jugar, explorar y disfrutar con el cuerpo al que a menudo sólo prestamos atención cuando nos duele, nos molesta…
Se trata de recuperar todo el potencial terapéutico de la danza y el movimiento, de restablecer un diálogo placentero con el cuerpo y a través de él, con un@ mism@ y con l@s dem@s.
La vida es danza, movimiento, cambio, transformación. Estás invitad@ a danzar, hasta donde tu quieras.